jueves, 18 de septiembre de 2008

Mini relato




Quería dejarles un pequeño relato que escribí hace unos diez años aproximadamente. Es un poco triste y lo escribí luego de oír la historia de un anciano que estaba alojado en una residencia geriátrica y se dejó morir porque ya nadie se acercaba a visitarlo.

Espero que les guste y me encantaría saber que les ha parecido.



La espera


Se sentó tranquilamente a esperarla, como quien espera sentado, en un andén cualquiera de una estación cualquiera, la llegada de ese ser amado, que nunca llega. No tenía prisa, sin embargo el tiempo por delante podía desvanecerse con un solo suspiro. Esa noche en su húmeda habitación no había nadie a su lado, era una espera que se hacía y se padecía en soledad. El tiempo corría, era como un gran péndulo colgando sobre su cabeza, implacable, despiadado, dispuesto a no darle tregua; mientras con su mente recorría cada tramo de su vida, cada momento dichoso, cada rostro amado que lentamente, se iba borrando de su memoria, mas no de su alma. Vivía cada día sumergido entre caras extrañas, voces que no le eran familiares... seres que al igual que él, se encontraban allí con un penoso y único objetivo; esperar... todos con el mismo destino, ninguno con la suficiente resignación para afrontarlo...
Buscó la mejor manera de prepararse... si es que existía un modo para ello... Guardó las pocas pertenencias que aún conservaba, las mismas que lo acompañaron quince años atrás al llegar a aquel lugar; aquella prisión disfrazada de hogar.
Se tumbó sobre la cama y cerró los ojos. De repente, el cielo se oscureció y supo que había llegado su momento. La espera había por fin terminado, con su último aliento le dio la bienvenida y se entregó a sus brazos, tétricos, fríos, tan húmedos, que le traspasaban el alma. Ya había llegado... finalmente la muerte había venido por él.


3 comentarios:

Bego dijo...

Es la triste realidad de muchos de nuestros mayores.
El abandono al que hijos o familiares los destierran cuando ya no son tan útiles.

Andrea dijo...

Asi es, lamentablemente es una realidad muy triste. Vidas que terminan sus días en soledad.

Besos

Andrea

Anonymous dijo...

El modo de narrar la escena te hace pensar.
Triste, sí, pero real como la vida misma.

CARLOTA

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