Este mes se cumplen dos años de la publicación de un microrrelato que el Suplemento de Cultura del diario "El Popular" de mi ciudad, Olavarría me publicó en su portada y quería compartirlos con ustedes.
Les invito a tomarse un café mientras la leen :-)
Gritos en la noche
Dejó caer su pesado cuerpo sobre el viejo sofá. En esta noche de invierno no tenía las fuerzas para ir hasta el dormitorio y zambullirse en su cama, por esta vez, solo por esta vez el viejo sofá de cuero le serviría perfectamente para depositar esa enorme mole de carne y huesos que todos llamaban cuerpo. Cuando apoyó su cabeza y cerró los ojos, le llevó solo unos segundos quedarse dormido.
Como venía sucediendo noche tras noche en los últimos dos años, los malos sueños empezaron a atormentarlo. Las pesadillas no solo invadían su vida, también se atrevían a meterse en sus sueños. Cada día, cada noche, su miserable vida se convertía en una pesadilla, una pesadilla a la cual parecía estar acostumbrándose ya. Esa noche no sería diferente...
La bruma parecía envolver todo el pueblo, una sombra enorme y deforme se movía a través de la noche, sigilosamente como un gato acechando a su presa. Solo el repiqueteo de unos pesados zapatos irrumpía el silencio y se perdía en medio de la bruma.
La pesada mole detuvo su andar de repente, el olor a perfume femenino inundó sus fosas nasales. Aspiró profundamente queriendo retener aquel olor en su nariz para siempre. Una sádica sonrisa retumbó en la oscuridad de la noche, cómplice oscuridad de aquellos que no quieren ser vistos. Un grito aterrador rompió el silencio de la noche y una vez más volvió a despertarse bañado en sudor y con una sensación extraña.
Un penetrante olor a perfume femenino que venía del sótano lo embriagó.
Sonrió y unos afilados colmillos relumbraron en la oscuridad.
“Es hora de cenar”.
Dejó caer su pesado cuerpo sobre el viejo sofá. En esta noche de invierno no tenía las fuerzas para ir hasta el dormitorio y zambullirse en su cama, por esta vez, solo por esta vez el viejo sofá de cuero le serviría perfectamente para depositar esa enorme mole de carne y huesos que todos llamaban cuerpo. Cuando apoyó su cabeza y cerró los ojos, le llevó solo unos segundos quedarse dormido.
Como venía sucediendo noche tras noche en los últimos dos años, los malos sueños empezaron a atormentarlo. Las pesadillas no solo invadían su vida, también se atrevían a meterse en sus sueños. Cada día, cada noche, su miserable vida se convertía en una pesadilla, una pesadilla a la cual parecía estar acostumbrándose ya. Esa noche no sería diferente...
La bruma parecía envolver todo el pueblo, una sombra enorme y deforme se movía a través de la noche, sigilosamente como un gato acechando a su presa. Solo el repiqueteo de unos pesados zapatos irrumpía el silencio y se perdía en medio de la bruma.
La pesada mole detuvo su andar de repente, el olor a perfume femenino inundó sus fosas nasales. Aspiró profundamente queriendo retener aquel olor en su nariz para siempre. Una sádica sonrisa retumbó en la oscuridad de la noche, cómplice oscuridad de aquellos que no quieren ser vistos. Un grito aterrador rompió el silencio de la noche y una vez más volvió a despertarse bañado en sudor y con una sensación extraña.
Un penetrante olor a perfume femenino que venía del sótano lo embriagó.
Sonrió y unos afilados colmillos relumbraron en la oscuridad.
“Es hora de cenar”.
Espero que les guste.
Me despido con una frase del gran Lord Byron
"Si no escribo para vaciar mi mente, me volvería loco"
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